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"Visitar un lugar por primera vez es como empezar a escribirlo: al no estar escrita la dirección, será preciso que ella misma cree su propia escritura". |
Título: "L'Empire des signes"
Prólogo y traducción: Adolfo García Ortega
Roland Barthes, es un autor como Genette, no como Chomsky, sino como Genette. Ambos son autores que se les menciona poquito y es difícil que se les coja asco. Chomsky, por otro lado, te lo mencionan tanto y sale por tantas partes como Piaget, Faulkner, Menéndez Pidal o Aristóteles que es difícil no tenerles tirria. Por lo menos porque basta ya. Basta ya de mencionar siempre a les mismes autores. Mencionad a otres, seguro que podéis escarbar más hondo.
Encontré un libro de Barthes en la biblioteca y no pude remediarlo, era pequeño y sentía como que me llamaba. Y he de decir que la introducción que tiene de Adolfo García Ortega me ha dejado a cuadros nunca en mi vida he visto nada por el estilo: "irónica muerte: atropellado por la camioneta de reparto de una lavandería a las puertas del Collège de France". Nunca había visto que en un prólogo/introducción nadie hiciera mención a cómo murió el autor por muy irrisorio que le pareciera a nadie.
He de advertir que la lectura de este libro tiene un trigger warning, si eres sensible a las descripciones de cómo se "limpian" (suena fatal, siempre me ha sonado fatal, pero socialmente se usa ese término y no sé qué otro término usar para que nos entendamos) los animales antes de cocinarlos y cómo luego se van a cortar y esas cosas.
Quizás te preguntarás, quién demonios es Roland Barthes y toda la gente que he mencionado (a excepción de Aristóteles quizás, espero que al menos ese nombre suene). Pues Roland Barthes es un ser humano. Bien, bravo. No, pero a ver, necesito partir de la obviedad para centrarme en lo menos obvio y explicar algo que ni siquiera les especialistas parecen querer ponerse de acuerdo porque no sé por qué no quieren darle a este señor o a este individuo todos los "títulos" de aquello que ha investigado.
No sé, yo pienso que si has investigado algo y has aportado algo al campo en el que has estado investigando y todo ha marchado estupendamente, por qué no pueden concederte ese campo de experimentación. Luego hay lingüistas que cambian de doctrina más que de ropa interior y bien que se le concede y no pasa nada, ¿por qué? Ah, claro, porque Chomsky.
Pues mirad, Roland Barthes, para mí, es muchas cosas y a quien no le guste ajo y agua. Roland Barthes era profesor porque estuvo enseñando en la universidad, fue docente y eso pues te hace ser profesor, oiga, que en la introducción esta lo pone como en pregunta además rollo: ¿Podemos decir que Roland Barthes fue profesor o qué fue? Porque claro qué fue porque hizo tantas cosas... Pues para qué elegir, a ver quién eres tú para ir tachando cosas de su Curriculum Vitae. Si me muero yo no espero que alguien como tú venga a decir qué parte de mis estudios no sirve por muy poco sentido según la sociedad que tengan entre sí.
También fue escritor, tiene montonazo de ensayos y artículos publicados. Aparte semiólogo, esto es importante porque tiene que ver con la entrada de hoy, pero os lo explico porque igual no sabéis lo que es.
La semiología es la rama de la lingüística que estudia los signos entre las relaciones sociales. Quizás no lo entiendas, es comprensible, así es la lingüística, tú no entiendes la lingüística, la lingüística te entiende a ti. Y aparte se entiende mejor conforme ves ejemplos.
Ejemplos de la semiología son: la ironía y las metáforas, ya que con el tono en el que se dicen o la manera en que se pronuncian ya dan a entender el matiz del mensaje. Por eso, supongo, que Adolfo García Ortega puso lo de la muerte de Roland Barthes en la introducción, ya que la ironía es un elemento semiológico y él es semiólogo.
Pero sigamos con el CV de este individuo, también era un investigador, era un filósofo, era un crítico literario y un estructuralista.
Me hace gracia cuando incluso este libro o mi Vademécum tiene antes una dedicatoria que muchos libros o relatos que me haya leído y reseñado previamente en este blog.
"El imperio de los signos" está compuesto por diferentes capítulos o secciones. Quiero hacer hincapié que a pesar de ser un libro que hable sobre semiología está escrito como un libro de aventuras. ¡La aventura de la semiología! Primero nos introduce en el lugar del que nos quiere hablar, -me fascina cómo un libro de aventura antropolingüística tenga una introducción mejor elaborada que muchos libros de aventuras/fantasía que me haya podido leer- nos cuenta cuál es la región, Japón, una supuesta Japón ficticia; después de situarnos pasa a hablarnos un poco de su lenguaje. Tras esto hace una descripción muy detallada de la comida y todo lo que ello conlleva, para pasar al ocio y maneras de ordenar urbes, luego habla de cómo se interpretan las cosas, de la teatralidad y el valor que ello desempeña; el saludo, el sentido y el sin-sentido, la escritura, la abstracción en los rostros y El Vacío.
Dicho esto como digo en el título es: Barthes y el vacío, creo que es la palabra con valor propio (es decir, con significado intrínseco) que más menciona en menos de 150 páginas que tiene el libro (y digo menos porque tiene páginas con fotografías y me da pereza contarlas y restarlas). Tal y como digo, nos menciona el autor, y el traductor, el término "vacío" a lo largo de todo el libro varias veces pero con valores distintos entre sí.
Veo muy importante este mensaje: "(...) conocer una lengua extranjera (extraña) y, sin embargo, no comprenderla: percibir en ella la diferencia, sin que esta diferencia sea jamás recuperada por la socialización superficial del lenguaje, comunicación o vulgaridad; conocer, refractadas positivamente en una lengua nueva, las imposibilidades de la nuestra; aprender la sistemática de lo inconcebible; deshacer nuestro «real» bajo el efecto de otras escenas, de otras sintaxis (...)".
Y también este otro: "O incluso, de una manera más radical, puesto que se trata de concebir lo que nuestra lengua no concibe: ¿cómo podemos imaginar un verbo que esté a la vez sin sujeto ni atributo y, sin embargo, sea transitivo, como, por ejemplo, un acto de conocimiento sin sujeto cognoscente ni objeto conocido?".
Y a mí me miraban raro en la carrera cuando me aprendía palabras en alemán estilo: „sterben" tiene sentido de que sea morir porque suena a estorbar y cuando une se muere, pues estorba sino lo trasladan. Pero oye a nadie más se le olvidó de mi promoción de alemán cómo era morir. Y luego estaba también „Träumen" es soñar y es fabuloso porque en español muchas veces dices "he soñado" y queda ambiguo que te cagas, que sí que luego está el "he tenido pesadillas" y ya. Pero tú miras "träumen" que por cierto se dice /troimen/, pero si lo pronuncias a la española (sin importar la 'a' con umlaut porque de no estar se pronunciaría igual que en español), es fabuloso porque suena a "traumen a aquelles de allí con lo que sea". Y los sueños suelen ser raros de cojones y les alemanes llevan siglos siendo filósofos reflexivos toca narices.
¿Y esto a qué venía? Pues esto venía a lo siguiente: "la sopa japonesa (esta palabra, sopa, es indebidamente espesa, y potage recuerda a casa de huéspedes) distribuye en el juego alimenticio una pincelada de luz". Lo de «potage» es gracioso porque hace referencia a «cotage» o con geminación o duplicación de la "t" en el caso de la versión inglesa de la palabra. Cuando potaje te recuerda a casa de huéspedes y tienes que soltarlo sí o sí mientras analizas cosas, gracias Barthes.
Quizás te preguntarás por qué habla de comida como de sopas y potajes cuando he dicho que la semiología es el estudio de los signos entre las relaciones sociales (entre otras cosas que he mencionado en párrafos anteriores). Y como he puesto de ejemplo la ironía y la metáfora, dos elementos retóricos, dos elementos que normalmente se engloban de por sí con la literatura, ya estaba todo terminado. Pero es que la semiología es lingüística, no es literatura.
La literatura tiene lingüística, pero no tiene por qué haber literatura en la lingüística.
La semiología es el estudio de los signos entre las relaciones sociales, es decir, analizar cómo se comporta el ser humano con les demás ante un contexto y una situación, de acuerdo a todas sus posibles variantes. La comida forma parte muy importante porque ¿qué es un ser humano sin comida? Además de que forma parte de la cultura no solo como valor gastronómico, sino que además por el cómo socializamos cuando comemos y cómo se prepara y cómo se come y por qué. Y todo lo que ello conlleva, se guarda mucho lenguaje oculto, mucho código que se puede descodificar siempre que une quiera y pueda estar por la labor.
Sin embargo, llega a hablar de los palillos asiáticos, de la función que estos desempeñan en la cultura y los describe con tanta delicadeza, con tanta armonía,... que cuando leí en la introducción que Barthes escribía con cierto erotismo pensé que Adolfo tomaba algo extra mientras leía los ensayos de Barthes, pero en serio, describe los palillos asiáticos con erotismo: "(...) muestran la comida, designan el fragmento, hacen que exista por el mero hecho de la elección, que es el índice; pero por eso, en lugar de que la ingestión siga una especie de secuencia maquinal, en la que uno se limitaría a tragar poco a poco las partes de un mismo plato, los palillos, al designar lo que escogen (y por tanto al escoger al instante esto de aquí y no aquello otro de allá), introducen en el uso de la comida, no ya un orden, sino una fantasía", "Otra función de los palillos: la de pellizcar el fragmento de comida (sin pincharlo, como hacen nuestros tenedores); pellizcar es, además un término demasiado fuerte, demasiado agresivo (es la palabra de las niñas pérfidas, de los cirujanos, de las modistas, de los caracteres susceptibles); porque el alimento jamás sufre una presión superior a la que es justamente necesaria para elevarlo y transportarlo".
A mí me encanta que diga "nuestros tenedores" porque el primer tenedor sino recuerdo mal se originó en el Imperio Otomano, en Constantinopla, por la "realeza" de la región, es decir, lo que hoy día es Turquía. Y Turquía es según qué parte Europa o Asia, es decir, según qué parte, es Occidente u Oriente. Que sí, que el primer tenedor tenía un solo pincho o dos, vale. Pero fue el predecesor de lo que es el tenedor que hoy día existe, las cosas cambian y rulan de un sitio a otro. Ese sí que debía de pinchar...
En resumen, y de manera poética los palillos son maravillosos, si sabes usarlos, porque son como manos pero mejores porque no te ensucias las manos al comer, y por lo tanto, no te las tienes que limpiar luego. Y además si la comida está muy fría o muy caliente no te haces daño porque los palillos no sufren ni sufren tus manos.
Hablemos en serio, más en serio de lo que llevo hablando en toda la entrada, nunca imaginé que al coger un libro de un semiólogo francés aprendería sobre cultura japonesa.
Porque por él he aprendido que (a ver sí, también hay otras cosas que no es cultura japonesa, lo sé pero son cosas que he aprendido fuera aparte):
⋇En Bangkok existe un mercado en mitad del agua, por lo tanto, el Mercado Flotante, porque sí, por mucho que sea "novela de aventuras" para explicar cosas, a otre con el pescado.
⋇También he aprendido que existe el sukiyaki, que es un guiso que se prepara delante de les comensales, y por ello, lo describe Barthes como: "se conocen y reconocen todos los elementos".
⋇Que tal vez, según la teoría de Barthes, la crudeza o lo crudo son cosas distintas para la sociedad japonesa y para la europea. (Digo el "tal vez" porque me parece de verdad bastante feo eso de generalizar y meter a tantísima gente de unes y otres, con todas las particularidades que pueda existir). Barthes sostiene que, mientras que para nosotres lo crudo tiene que ver con algo interno como es el caso de la sangre y que es algo que ingerimos y de alguna forma se nos traspasa esa "fuerza vital" como una creencia popular durante siglos que ha ido culminando, para los japoneses pasa que la crudeza es algo más superficial que se "aniquila" una vez se cocina y como se cocina delante de quien va a comérselo como si fuera un espectáculo, se agota ese matiz.
⋇Según Barthes mientras que la comida Occidental está repleta de orden: no solo hay un primer plato, segundo plato, etc. Sino que además en el caso de ser hamburguesa (de lo que queráis y/o vuestros principios os dejen) sin pan más lechuga más patatas, por ejemplo, tiene un orden metódico dentro del plato. Mientras que la comida japonesa está desmenuzada o cortada en pequeños trozos para que sea fácil de coger con los palillos y está como más puesto de forma caótica, según Barthes para que cada une coja sin orden ni concierto lo que le apetezca coger "a merced de una especie de inspiración", esa frase realmente me recuerda a como si hiciera un haiku.
⋇Pachinko: una máquina tragaperras maravillosa. Que va de tirar bolas metálicas ni muy fuerte ni muy flojo y si obtienes más bolas, tienes que seguir lanzando porque la otra opción es cambiar las bolas por las siguientes recompensas: tableta de chocolate, naranja, paquete de cigarrillos. [Me fascina que lo compare con el billar en Occidente, todo para irse a lo psicoanalista, a lo Freud, falocentrismo y sexocentrismo forever].
⋇El concepto y término de "cenestesia": conjunto de sensaciones que percibimos en nuestros órganos internos y que proporcionan un conocimiento más o menos consciente del estado general y funcionamiento del propio cuerpo.
⋇Nuestros centros de ciudad son diferentes al centro de ciudad de Tokio. Mientras que los nuestros están petados de los valores de la civilización, el de Tokio no. [Maneras diferentes de "ordenar" una ciudad presentan...].
⋇Segundo concepto y término: "anamnesis" que ahora al escribirlo por tercera vez y más lentamente porque: ana-mnesis pues como que tiene más sentido, ¡viva el griego!: Recuerdo.
⋇Cuántos valores puede tener la palabra "vacío".
⋇Koan: Anécdota que el maestro Zen da a sus discípulos para que lo resuelvan, no mediante encontrarle el sentido, sino a base de darle muchas vueltas.
⋇Satori no como traducción banal a "iluminación, revelación e intuición". Sino más como esa sensación de quedarte en blanco por falta de palabras sumado a una exaltación de ideas, por muy contradictorio que pueda parecer a simple vista. Remarca que el no-lenguaje es una liberación y ciertamente puede ser una manera de verlo. Así como el haiku es un retazo espontáneo y esporádico de un sentimiento o un pensamiento que hemos vivido que se contra-describe con muy escasas palabras y tenemos también los microrrelatos o los drabbles con los que podemos jugar y reventarnos la cabeza para no superar las palabras que nos hemos o han propuesto. El no-lenguaje lo vería como dejar en blanco tu mente porque hayas cerrado la compuerta y que poco a poco abras la rendija y se vayan colando las palabras, las re-ordenes según se cuelen y juegues con ellas y su concepto.
Me fascina la forma de análisis que le ha encontrado a las reverencias japonesas "«¿Quién saluda a quién»" como punto de inflexión en la especulación del capítulo titulado "Reverencias", en el que se nos muestra una vez más el término "vacío" pero con un carácter más lleno que otros vacíos. Aunque el libro también habla de los haiku y cuando habla del vacío de estos no es tanto como "lleno" sino como absurdo y abstracto y a la vez intangible y efímero.
La imagen de "el haiku como una red de diamantes, en la que cada diamante refleja a todos los demás y así sucesivamente, hasta el infinito, sin que nunca haya que mantener un centro (...) la imagen más justa de este rebote sin motor y sin puentes, de este juego de destellos sin origen, sería la del diccionario, en el que la palabra no puede definirse más que por otras palabras".
Engloba también el tema de qué es la ficción y qué no lo es. Cómo lo vivimos en Occidente (metiendo al bueno de Brecht) y cómo lo viven en Japón con las Bunraku. Y es bastante interesante, no solo por el hecho de los gestos, lo silencios y toda la parafernalia sino que además por cómo "contrapone" sin realmente contraponer ambas culturas.
Me parece fantástica la reflexión que existe en el apartado sobre las papelerías cuando habla de las gomas de borrar aludiendo que no suele haber gomas porque para qué va a haber gomas si los espejos en Japón se muestran vacíos y es tan fabuloso que tengo ganas de aplaudir. El tema de los espejos vacíos viene a raíz de que con anterioridad, Barthes comparó cómo vemos el espejo en Occidente frente a cómo se ve en Oriente. Dijo que en Occidente tiene un valor narcisista. Un individuo occidental se mira al espejo con la pretensión de mirarse a sí mismo, mientras que en Oriente este está vacío, incluso capta otros espejos.
De hecho en Occidente estamos como muy obcecades con borrar para poder editar. Solo hay que irnos a Twitter, cuánta gente de Twitter lo que más desea es que el próximo cambio sea editar tweets para no tener que borrar más, editar sería como tener en poder una goma y no tirar el papel a la basura. (Yo prefiero no ver los favs de mis seguidores en la TL pero allá cada une con sus cosas).
Si no se te hace la boca agua cuando lees sobre comida, te gusta leer sobre perspectivas diferentes para conocer al ser humano y sobre lenguaje, lo mismo te agradará este libro como a mí.
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