domingo, 19 de febrero de 2017

"Deseo de ser punk" de Belén Gopegui

"«Lo que yo quiero, muchacha de ojos tristes,
es que mueras por mí». Vaya gilipollez".
Título: Deseo de ser punk
Autoría: Belén Gopegui
Sinopsis: Martina es una adolescente de 16 años que acaba de tener su primer encontronazo con la muerte al fallecer el padre de su mejor amiga. Alcohólico y atormentado para ella era el único adulto que le parecía que había encontrado un código valido, una manera de ser y de comportarse que a Martina le parecía consecuente y que cuando estaba con ella al menos lo estaba sin que pareciesa que estaba dejando de hacer otra cosa. A partir de ahí la protagonista comienza la búsqueda de su propio código y lo hace a través del lenguaje musical y las canciones. Martina odia las canciones ñoñas, a ella le gustan las cancicones que hablan alto y claro y con algún mensaje reivindicativo, no las que sólo pretenden dar pena. La búsqueda de su código la lleva a planear la ejecución de su comando unipersonal para hacer oir sus reivindicaciones; intentará colarse en una emisora de radio, obligará a poner una canción de Iggy Pop y leerá su reivindicación, locales para adolescentes en los que simplemente puedan estar, sin tener que pagar ni que consumir ni comprar nada. Lugares como los que ocupan los punks pero sin que se produzcan los desalojos...



No me gusta leer realismo. Quienes me conocen mínimamente, lo saben. No soporto leerlo. Me parece aburrido. Del mismo modo que nunca he sido capaz de escribir realismo, ni siquiera las típicas redacciones del colegio de qué has hecho este pasado fin de semana o en las vacaciones. No me parece interesante.

Me parece interesante si cuya redacción fuera sobre cómo ves el mundo. Entonces, ahí sí. Pero académicamente, apenas nadie quiere saber eso. Quieren ver cómo redactas cosas físicas. Lo abstracto como que les da igual.

Por esto, pese a que soy capaz de ver lo buen escritor que es Benito Pérez Galdós, se me hace cuesta arriba cada vez que leo algo suyo. (Tal vez también tengan que ver esas formas eternas de describir, que muchos se quejan de Tolkien, pero nadie se queja de las descripciones eternas de la vegetación de "Marianela").

Soy bastante reacia a leer realismo y a leer por obligación pero en clase mandaron este libro y tenía que hacer un trabajo, respondiendo unas preguntas. Y había escuchado a mi grupo de trabajo: "no lo leas, es un coñazo. Es amargante y además tiene muchas páginas". Me pareció horrible. Nada filológico por su parte. Nada humano después de leer la primera oración. Nada realista, por su parte, después de leer los tres primeros capítulos.

No sé qué es lo amargante. No sé qué es lo coñazo. No sé qué hace alguien en filología quejándose del número de páginas de un libro de lectura.

Es una crítica social, como todo lo que llevamos leído en el curso. Es una crítica de alguien que no quiere conformarse, que no quiere ser oveja ni quiere permanecer a un rebaño y no entiende por qué el resto quieren serlo ni quieren que ella lo sea. Es una crítica de alguien que no sabe qué busca pero que permanece buscando sin saber realmente por qué.

Además tocando un tema que está muy extendido, que es como el chocolate. Que si no te gusta el chocolate, eres un bicho raro. En este caso y que también pasa. Si no te gusta la música, eres un bicho raro. Y serlo está mal. Conozco seres a los que no les gusta especialmente la música. Yo no entiendo la gente que es capaz de estar todo el día escuchando música sin parar. El silencio es bello, podría denominarse también como música. Como arte.

El arte es arte cuando el ser humano queriendo hacer algo para emocionar, emociona. Si el ser humano se callara y no hiciera nada de ruido, por tal de emocionar, podría ser considerado arte. El arte del silencio. Como las pausas dramáticas. Hay silencio y emociones.

Luego está lo que nos venden. Si te venden que has de escuchar música y te ponen música en todas partes, si eres del rebaño pensarás que ha de ser así. Igual que pensarás que tienes que buscar a tu príncipe azul o a tu princesa atrapada en una torre y salvarla, igual que pensarás que para vivir has de vivir alocadamente, aunque no tenga nada que ver contigo. Que si sí va contigo, muy bien. Y si no pues allá tú.

Esta historia no es amargante. Está llena de furia, de fuerza, de hostias. A mí me desgarra por dentro, me teletransporta a cuando estaba en secundaria y en cierta manera, me hace pensar en cómo veo las cosas ahora. En el lugar en el cual estoy. En el lugar en donde me hallo, en ese "hogar" que nos venden. En sensaciones extrañas que no sé cómo explicar. Lo que es amargante, en todo caso, es que describa la realidad, no por el hecho de que la describa, sino de que sea así. Lo sé. Es una realidad que se huele, que se palpa, que se siente y te desgarra. Que por dentro ruges y esperas huir, pero por algún extraño motivo, como si supieras que no servirá para nada, no haces nada. Te quedas ahí. Observando, reflexionando sobre lo que tanto descontento te causa. Esa sensación de inutilidad. De para qué estar ahí. De por qué haber tenido que venir.

Por qué tachar de amargante una historia que narra la sociedad en la que vives, en vez de tachar de amargante dicha sociedad. ¿En qué clase de lugar vives para no darte cuenta de que es tal y como se describe?

Habla del ansía de ser y estar libre. ¿Qué hay de amargante y coñazo en eso? Puede no gustarte cómo esté contado el libro, para eso existe decir "no me gusta el libro" pero no es sinónimo de "es amargante y un coñazo".

Cada estupidez que ha creado el ser humano con respecto a las relaciones para con uno y con los demás, están dados la vuelta para intentar que veas cuán estúpidas son. A pesar de que algunos tienen esas cosas grabadas a hierro en la piel, o como si se tratara de unas normas que implantaron en su cerebro.
"Claro, si hago algo bien sonríen como si les estuvieran aprobando a ellos. ¿Y quién va a suspenderles o a aprobarles? ¿Es que no se dan cuenta de que ellos son los adultos? ¿Es que no se dan cuenta de que detrás de ellos no hay nadie? Me parece que no, no se dan cuenta, ni lo huelen".
"Quiero decir que él intentaba ayudar, y lo conseguía, y no entiendo por qué ayudar tiene que ser difícil, por qué tiene que haber tantas cosas rotas, por qué sólo unas pocas personas se ocupan de arreglarlas".
"Costaba creérselo, lo de que había luchado, porque si te ha ido bien en la vida, hay que ser una creída y una insensible para decirle a una persona que lo está pasando mal: mírame a mí".
La protagonista, Martina, opina que las letras de canciones sobre todo cuando las traduces son una gran basura. Concuerdo con ella, sobre todo si son canciones en inglés. En inglés suenan maravillosamente bien, fonéticamente quiero decir, porque aunque no las traduzcas, y sepas de qué va, puedes ver la mierda de realidad que te presenta. Tengo un reto con mi madre, de encontrar aquella letra de canción que no sea una completa gilipollez, sobre todo si es amorosa, es complicado que no sea, como dice Martina "canciones que no dicen nada". Pero se emociona cuando asocia cierta música a seres queridos, ¿no os pasa que una canción os da un poco igual hasta que la asociáis con alguien o una situación? Entonces todo cambia, la canción empieza a tener sentido. La canción te habla.

"Necesitamos un sitio adonde ir. ¿Cuánto cuesta una casa vacía? Hay millones de casas vacías. Los adolescentes las necesitamos. Una casa para cada cien adolescentes y seguirían sobrando millones de ellas. O un local de los que se alquilan y llevan meses cerrados. Un sitio de todos y de nadie, donde no haya que pagar por estar ni consumir algo ni matricularse en un curso ni entregar un carnet. No un sitio para dormir sino para hacer cosas, o para no hacer nada estando acompañado. Lo cuidaríamos, ¿por qué piensan que no lo haríamos? ¿Porque dejamos la ropa tirada? ¿Es que es lo mismo? Pues no lo es, por mucho que se empeñen. Lo cuidaríamos y a los veinte años lo devolveríamos para los siguientes adolescentes".
"Se empiezan las cosas y se acaban. No vale todo. No siempre se puede volver a empezar. No todo lo que se rompe puede arreglarse. Y a veces cuando arreglas algo rompes otra cosa sin querer. Te la juegas y apuestas por alguien, y si te falla no cambias la apuesta a mitad de la partida. Te hundes con él. Llegas hasta el fondo".

Me es sorprendente que la protagonista tenga 16 años y a mucha gente le hace volver a sus 16 años pero a mí me hace volver a los 13 años. Yo estaba en otra época a mis 16 años, fuera de tanto vacío existencial, porque ya lo había superado. Dicen que la mejor forma de superar un bache es mirarlo de forma optimista, creo que la mejor forma de superar un bache es mirarlo como quieras. A mí no me valió mirarlo de forma optimista, me parecía una completa putada. Mirarlo de forma pesimista y sarcástica fue lo que hizo que a mis 16 años no fuera como Martina, aunque de esencia seguía siendo Martina, pero creo que siempre lo he sido de una manera u otra.


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