domingo, 18 de septiembre de 2016
"La nueva educación" de César Bona
Título: La nueva educación
Sinopsis: César Bona, uno de los cincuenta mejores maestros del mundo según el Global Teacher Prize, el llamado Premio Nobel de los profesores, nos aclara en este libro que ser maestro no es acomodar a los alumnos a unos planes de estudio: todo educador debe adaptarse al motor imparable y entusiasmado de un niño. Hay que motivarles, estimular su creatividad y aguijonear su curiosidad; porque ellos no son sólo los adultos del mañana: son habitantes del presente.
En primera persona, César Bona relata anécdotas, nos cuenta los momentos clave en su vida que le convirtieron en el maestro que es en la actualidad, y nos muestra que la metodología de enseñanza más efectiva es implicarse con los alumnos. Porque el educador es un ser privilegiado que puede impartir y compartir sus conocimientos en tribu.
Como habéis podido suponer por el título de la entrada y el libro, así por la sinopsis, este no es un libro como os tengo acostumbrados, no es una novela, no es un cuento, no es un libro literario, pues ¿qué es? Es un libro reflexivo sobre la educación, la sociedad y la vida, en él César Bona maestro de profesión nos cuenta sus anécdotas, y lo que piensa -y estoy bastante de acuerdo, y es algo que llevaba años en que pensaba que era la única. Porque menuda experiencia he tenido y sigo teniendo- sobre la educación, pero no educación como institución inamovible. Sino valores, pues a menudo parece que nos olvidamos que no somos robots fríos e insensibles, y que nuestro alrededor también tienen sus sentimientos, su vida y que no es ni mucho menos inferior a la nuestra -ni superior-.
Y como todos los libros que me fascinan y me encantan tengo poco que decir de él, no tengo nada que recriminar. Está bien escrito, con él he reído y he llorado a partes iguales, pero eran lágrimas buenas no porque contara cosas tristes -que tampoco digo que llorar por cosas tristes o por otras razones esté mal o sean malas, todo lo contrario, pienso que si el cuerpo quiere echarlo, que lo eche, las lágrimas son como los gases, cuando salen al exterior, te sientes mejor; mientras que si los retienes te puedes llegar a sentir muy mal: apatía, desgana, pesadez, irritación, problemas de sueño, problemas alimenticios,... si algo te impide alimentarte, échalo, da igual si dejas un rastro hediento por unos minutos, ya se irá-; sino que contaba cosas que como digo parecía la única que pensara que eran lo natural y más correcto.
Además tiene una forma de transmitir mágica que me quita los resquicios de apatía que pueda tener en el día y me motiva para hacer cualquier cosa. Y me encanta que rompa con ese diría estigma social que se les tiene sometidos a los infantes desde hace ya años que bien podría denominarse incluso costumbre de tan arraigada que está, esa creencia de que los infantes no piensan, no saben reflexionar -si no les das motivos para hacerlo, del mismo modo que piensas que ellos no lo harán, ya sabemos que por esa regla de tres, tú tampoco lo harás, y la llevas clara generalizando así con todos, cuando cada uno es un mundo, o un universo, el caso es que somos diferentes y sobrellevamos las cosas de diferente modo-; esa idea enfermiza de que los infantes son idiotas, dotando la sociedad a los niños con muchos libros que salen hoy día reforzando esa idea asquerosa de que son idiotas. Qué mundo esperáis, si antes de conocer ya estáis juzgando, insultando e infravalorando (como aquella frase mítica de: tú qué sabrás tan solo eres un niño).
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