domingo, 18 de marzo de 2018

"Mamá, el cerdo me mira mal" de Nahikari Diosdado

"Lo que no significa que tenga ganas de
ir por ahí matando plantas con sus
nuevos poderes de sangre".

Título: "Mamá, el cerdo me mira mal"
Autoría: Nahikari Diosdado
Ilustración: Arnot Pastor

Como estamos a Enero, aunque esta entrada saldrá cuando tenga que salir (Marzo, porque es bello el coso de programar), y soy un ser que lee más bien lento, y quiero leer cuantos más libros mejor y esas cosas que se dicen para intentar tener cierta rutina de leer libros y esas cosas, porque soy un desastre, y estoy en fecha de exámenes y el libro que estoy leyendo que no pertenece a esta reseña es muy gordo para lo lento que leo aunque me encante... Me he tirado a los brazos de esta lectura que su autora la conocí gracias al Inktober [eso es en parte mentira, la conocí cuando por Twitter vi la entrada de su blog sobre Mary Sue/Gary Stu pero no sabía que era de ella], así es, esa cosa traía cosas buenas, ¿haré la tercera y última parte alguna vez? Quién sabe, soy un desastre. Y cuando supe que iba lanzar para finales de Diciembre un relato, en mi interior algo empezó a dar palmas de la emoción.

Así que para qué estudiar/repasar pudiendo leer. Total, mi carrera se basa en leer.
El relato, según tengo entendido es el relato que Nahikari Diosdado mandó a una editorial, que orquestaba un concurso de relatos, cuya temática fuera sobre el subgénero cachava y boina. El subgénero en cuestión pertenece a fantasía y nació en contraposición de las novelas de espada y brujería. En este subgénero se vuelve más a lo realista, con carácter histórico, pero no por ello, menos literario. Las características además son que tiene que tratar en la España profunda.

Por lo que el relato "Mamá, el cerdo me mira mal" cuenta la vida de Pepita una niña de unos ¿doce años?, que vive en un pueblo llamado Muros, al Norte de España. También hacer hincapié que en cada capítulo se nos informa que estamos en 1970 y que vamos saltando de día 13 en día 13, así mensualmente. Vive con su madre y sus dos hermanos y compran un cerdo y al mismo tiempo que compran el cerdo, el cual le mira mal; empieza a observar una serie de circunstancias: todo a su alrededor cambia. Su amiga, María, se comporta de forma distinta, ya no quiere jugar con ella a sus juegos de la infancia; le duele el cuerpo, la gente le mira más y de forma muy extraña, etc. Y empieza a elucubrar que ha debido de ser por obra del maldito cerdo.

El relato viene cargadito de crítica social: roles de género, la idea de qué es lo infantil y qué no, relaciones interpersonales, etc.

La autora pone los apodos en cursiva,
¡¡pone los apodos en cursiva!! Quiero abrazar a la autora, oiga.
Me gusta el narrador porque es omnipresente pero es una mezcla entre inocente-dulce y crudo-áspero, mostrando de esta manera una forma distinta del crecimiento de la protagonista que me parece más humano del que estamos acostumbrades a diario. Por ello, los temas "problemáticos" y sobre el estigma de alguien se hacen menos bola y te entran algo de menos asco leerlos.

Existen algunas erratas en el relato pero aún así no decae el relato. Es un buen texto, el Inktober trajo grandes hallazgos que perduraron y perduraron, ¡quiero más!:
■"El vello oscuro que cubre la pálida pie". A lo andalúh ar finá.
■"(...) guiándolos a casa de forma brusca para no que tengan oportunidad alguna de escapar", las dos que pongo subrayadas están movidas de sitio. Lo digo, porque a mí me ha costado un poco darme cuenta que era lo que me rallaba tanto. Y por si se quiere cambiar, que de verdad que no va a malas, que yo ya no sé cómo narices decir ya esto.
■"Antonia yo lo ha hecho".
■Una coma que hay en mitad de la nada (es decir, sin que esté pegada a ninguna palabra y está flotando entre espacios).
■"Se queda embelesada mirando cómo las gotas formas oscuros caminos (...)".

Leí en Twitter que había muchísimo revuelo porque a la protagonista la llamara Pepita porque claro, no les pegaba nada que la llamara Pepita, y es como por qué no. Para empezar, llamad a vuestros personajes como os dé la real gana, si se pueden pronunciar fácilmente mejor que mejor, sino no seré yo quien os impida a llamarlos sin vocales, sería un poco hipócrita por mi parte... aunque rectificar es de sabios y existen los robots y los acrónimos. También quiero decir, que Pepita vive en un pueblo y al vivir en un pueblo "se normaliza" y más siendo 1970 como nos señala en cada inicio de capítulo; es más fácil encontrarte una Pepita (bueno, realmente es más fácil encontrarte veinte seres llamados Pepita) en pueblos que en ciudades, las cosas como son; también depende de qué ciudades.

Y luego queda el contraste maravilloso. Hay autores que no saben crear contrastes maravillosos, sino que crean contrastes y te entran ganas de arrancarte los ojos, pero yo creo que Nahikari como he dicho tiene un narrador de dos caras, y que gracias a que Pepita no se entera de que la sociedad te trata de una manera distinta cuando llegas a una edad determinada, por nacer con unas características determinadas, tenemos el contraste de ingenuidad versus la malicia y misticismo de todo lo que aguarda el cerdo.
Además de eso, Pepita es un nombre que tenemos muy en el imaginario colectivo para las ancianas (casi sin darnos cuenta, como si no pasara esa anciana por una infancia o una adolescencia), y esto crea, quizás también ese rechazo que había por las RR.SS.

[No traes dedicatorias tú tampoco, pero por qué].

Me ha gustado muchísimo este párrafo: "Pepita siente que la rabia que ha estado guardando en su interior le sale por la boca, como esos eructos repentinos y dolorosos que saben a algo que has comido hace horas y se quedan contigo un buen rato de forma desagradable". Me ha hecho soltar una gran sonrisa. Porque sí conozco esos eructos y porque es ese contraste del narrador, comienza poco a poco subiendo el nivel suave lentamente y luego vuelve a bajar lentamente.

Y es genial también porque cuando llegas a la muerte del cochino, todo el pueblo deseoso porque uy, morcillas y tal, el texto se vuelve más terrorífico, me encanta.

También me gusta esta frase "Siempre hay que ser educada con todo el mundo. Incluso con seres horrendos de otros lugares". Nuevamente ese contraste, delicioso.

¡Y Pepita me cae bien! ¿Por qué te cae bien? Porque es ella misma, intenta serlo dentro de lo que el sistema intenta no dejarla ser, aparte pudiendo ser egoísta busca el bien común. Y pudiendo seguir las malas lenguas hasta el final, supo rectificar acerca de tratar mal del todo o no a Antonia, la pobre Antonia.

Sí que es cierto, que leyendo reseñas en Goodreads concuerdo en que hay cosas que quedan un poco sueltas, y no en el tono ambiguo, sino sueltas, pero para mí no hay nada malo en que haya algo sin nada de sentido explicado por el autor, es más libertad para el lector a la hora de interpretar el porqué sucede así, como es el caso de la lluvia de aceite.
Para mí de primeras aceite significaba grasa, simplemente. Porque el aceite es una grasa, el cerdo tiene grasa. Ambos son grasientos y el pueblo es grasiento en según qué aspectos del concepto.
De segundas, como el cerdo, aunque el cerdo parece de primeras un demonio también puede entenderse su figura como un ser divino, ya fuera divino o demoníaco, el tema es que no es un cerdo común, y es mágico, tiene poderes, concede deseos y trae males, pienso que el hecho de que lloviera aceite es sinónimo de que: he aquí una nueva etapa para Muros. Porque el aceite, simbólicamente, significa sagrado, virtud, fuerza, poder, eficacia, bienestar.

Y un amplio abanico más.
En resumen, he disfrutado muchísimo con esta lectura y me gustaría poder degustar pronto nuevos proyectos de esta autora.

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