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«—¡Pero yo ya he comprado mi entrada». |
Autora: Tamara Romero
Ilustración: Alex Iby
Maquetación: Sociedad Júpiter
Me encontraba con ganas de leer algo cortito para reconectarme con este blog y las ganas de analizar que me estaban volviendo. Así fue cómo di con este relato que no recordaba de dónde diantres lo había conseguido. Imagino que Lektu. Me llamó la portada siniestra, el título que parecía un poco a coña y el inicio de la sinopsis (sí, la leí) que parecía surrealista nivel yo: Supermercados y un ente llamado «Reina de la Lejía».
La autora define en Goodreads su escritura como especulativa y horror, el resto no lo sé, pero para mí este relato es claramente de género bizarro. La trama es un «qué coño» constante y no solo eso es la mezcla entre el estilo narrativo y lo que ocurre. Que no es un no cuadra per se, te tocha. El estilo es muy correcto, formal, a veces con tecnicismos mientras que lo que ocurre es muy surrealista, muy 2020-2021.
Ocurre que estamos en una localidad inventada a veces parece que pudiera ser española, que ser sacada de esas películas alemanas en fin de semana a hora de la siesta, o que incluso pudiéramos estar en un pueblo estadounidense. Pero el lugar es lo de menos, aunque sí que choca ver nombres hispanos entre "Instituto Manley". El caso es que hay un supermercado, en el cual hay un pasillo de limpieza donde hay un personaje, la Reina de la Lejía, que parece la típica señora andaluza sentada a las cinco de la tarde delante del portal de su casa un poco borde, pero que si tú pasas de ella, ella pasa de ti. Y ocurre de pronto un asesinato. Mucha gente cree que ella es la culpable, pero nuestra protagonista que narra y realmente poco se sabe de su persona, cree que no lo es. Así es como una historia surrealista se transforma en surrealista con tintes de novela negra, que es lo que al menos yo entiendo como bizarro.
Me da la sensación continuamente de que el contexto viene de algo mayor, por la forma en que indica lugares cercanos o incluso celebridades. Pero no deja de parecerme todo como muy anecdótico.
Los diálogos que hay son extraños, pero como todo lo es no te parece malo. El caso es que son directos, sin apenas trabas y todo el mundo habla igual. Hay momentos de incidir en detalles que me molestarían de ser otra lectura y que me es un bueno, por qué no. Como hablar de recogerse el dobladillo de la falda o si hacerle un remiendo más tarde. Muy normal de investigar con alguien un crimen, siendo además alguien con quien crees que tu pelo toma voluntad propia.
Lo que sí me molesta es la desestructuración. De primeras el relato está ordenado en capitulillos y es bastante lineal o secuencial, pero a veces no. A veces es un "después de desayunar fuimos a mi casa (...). Tras salir de la cafetería pasó (...). Cuando íbamos hacia mi casa (...)" y eso sí me saca de la lectura y no lo salva ni todos los elementos previos. También me saca el hecho de que el jefe o jefecillo del super no sepa qué hace ahí la señora esta ni se moleste en echarla ni nada y más tarde en la trama se descubra de que está en su pasillo como campaña publicitaria de la cadena de supermercados.
Conforme iba pasando párrafos he tenido la misma sensación todo el rato, como estar inacabado, faltarle pulir detalles. Un a camino de algo. Avanza lento deteniéndose en detalles mundanos y luego la forma de solucionarse el crimen y todo es muy rápido, como si le corriese prisa incluso.
Uso de cursivas. Por qué es tan difícil encontrar gente que sepa el uso de las cursivas y no las use para pensamientos, ni para cartas enteras o a saber qué. Se puede experimentar con muchísimas cosas de la narrativa, pero no entiendo por qué en las normas que están para un mínimo de unanimidad y por lo tanto de coherencia no se respete. Incluso en los diferentes dialectos del español (tanto de España como de Hispanoamérica) existen reglas que son iguales en cada uno porque es lo que hace que siga siendo español y no sea otra lengua totalmente distinta como pasó con el latín y el español. Luego de esto solo hay un par de erratas.